Gabriel Gómez ha dedicado más de 20 años de su vida a cuidar caballos en el Santa María Polo Club. El jefe de petiseros conoce mejor que nadie cómo es el cuidado de estos animales y qué precisan para llegar a ser grandes caballos de polo.
Gómez explica que esta variedad se ha conseguido fruto de la unión de caballo purasangre con criollo “muchos años atrás” y desde entonces se ha ido perfeccionando porque al principio “no tenían tanta velocidad, tanta agilidad, no eran tan rápidos como es hoy en día el polo”. El cuidador señala que hoy en día se usan más los caballos pura sangre para este deporte, ya que “tienen mucha velocidad en salida, mucho aguante, mucha resistencia, mucha agilidad y muy buena boca” y si “salen caballos que no tienen esas condiciones se les deja para otro uso”.
Y ¿cómo es el cuidado del caballo de polo? Pues es una labor “muy constante” asegura Gabriel Gómez, que apunta que hay que estar “todo el día encima de él, por la mañana se le da un pienso equilibrado y cuando está en competición se le ayuda con unas vitaminas en el pienso”. Además de eso, estos animales requieren “mucho entrenamiento, todo el día con agua, estar muy cepilladitos, que esté muy noble y muy bien cuidado de alimento y musculatura”.
El día a día de caballos y cuidadores comienza antes del amanecer, que es cuando se les da su ración de pienso. “Ahí te das cuenta de cómo está el caballo, cómo inicia el día, si el caballo tiene ganas de comer, si tiene buen apetito, si se ha comido lo del día anterior. Ves si el caballo está en buen estado, se le miran las patas, los tendones, los músculos…, que el caballo tenga un buen estado físico”, señala Gómez y si todo está correcto “le dejas que coma tranquilo, mientras te tomas un café o un mate los argentinos, y ya empieza el vareo, media horita de paseo, media horita de trote, media horita de paseo, y vuelta al box”.
Entonces llega el momento de hacer las camas, cepillar al animal, “darle todo el cariño y ya se le deja descansar hasta por la tarde, que se vuelve otra vez a la misma faena, limpiarlo, hacer la cama y normalmente por la tarde se dejan unos caballitos para montar. Eso en un día normal”, explica el cuidador del Santa María Polo Club.
Pero en el mundo del polo no todos los días son normales y cuando llega la competición la jornada es distinta. “En un día de partido el caballo sale y pasea, se les saca a pasear una horita, ves cómo están, si hay alguno cojo, si están bien se les deja descansar más de lo normal y cuando acaban se les dan unos electrolitos que les ayudan a recuperar esa pérdida de líquido que han tenido”, indica Gabriel Gómez y es que los caballos “se deshidratan mucho en un partido, pero normalmente el caballo que está bien sufre poco”.
Una vez que ha terminado la competición llega el premio para estos ejemplares, a los que “se les deja en unos prados verdes, que descansen tranquilos y que coman bien. En lugares grandes pero vigilados, por si se lastima alguno o pasa algo pues que de inmediato se trate al caballo y se corrija”.